Con el ritmo de vida que llevamos actualmente, tan acelerado, estamos llenos estrés, de miedos, de ansiedad, de frustración y un largo etc.
La pregunta del millón es ¿Cómo podremos prevenir o mejorar estos estados, cómo debemos hacer una gestión adecuada de estas emociones que solemos sentir?
Pues la clave está en nosotros mismos, está en el autoconocimiento, el saber cómo es que funcionamos como una entidad individual, y también saber cómo es el funcionamiento de la mente, así como del organismo en general. Cuando sabemos estas premisas, súper importantes por cierto, podremos llegar a muchas conclusiones; una de ellas quizás para poder partir, es reconocer que es lo que nos está pasando en cada momento; ahí tenemos el punto de partida: esto es lo que me está pasando. Con esta información, empezamos a observar nuestro cuerpo, que como suelo decir a muchos de mis pacientes: el cuerpo nos habla enviándonos pequeños signos y síntomas físicos y/o emocionales. Por ejemplo, si eres de los que tienes molestias en el cuello como contracturas, torticolis, o siempre estás haciendo amagos de estiramientos, o si eres de los que empiezan a tener síntomas en la piel como prurito (picor) y empiezas a rascarte sin causa aparente o cambia ligeramente el color de la piel; o te pica la nariz o garganta y empiezas a estornudar o quizás tengas síntomas gastrointestinales, molestias en el estómago, retortijones, gases abundantes, deposiciones mas blandas de lo normal o por lo contrario estreñimiento o eres de aquellas personas que empiezan a sentir que unos de los párpados tiemblan, empiezas a tener visión un poco borrosa en donde muchas veces tienes que frotar los ojos, o eres de lo que empiezan a tener hormigueo en los dedos de las manos. Como he mencionado anteriormente, esto es el cuerpo que nos está mandando señales para que le prestemos atención, nos está hablando. Si le prestamos una atención adecuada empezaremos a entender nuestro propio funcionamiento orgánico a todo nivel e iremos encajando tal cual puzzle cada una de las piezas. Esto nos lleva a tomar conciencia de uno mismo, ¿Quién soy?, ¿Cómo soy?, ¿Cómo es mi forma de ser?... Soy una persona fuerte ante determinados estímulos y menos fuerte ante otros, ¿cuáles son estos?, soy sensible, soy extrovertido o tímido, soy impulsivo, soy obsesivo, soy pasota, soy perfeccionista, le doy muchas vueltas a las cosas, tomo rápido decisiones o me cuesta tomarlas, soy desconfiado, dependo de lo que opinen los demás, soy seguro o inseguro, tiro más a la ansiedad, o la tristeza o depresión, me bloqueo ante estas u otras situaciones, soy irascible o explosivo.
Con toda esta información de nosotros mismos, podremos tener las cartas sobre la mesa y llegar a tener un pequeño diagnóstico: ESTA ES LA CLAVE. Saber cuáles son los determinantes o factores que me estresan o me ponen alerta, estos pueden ser cualquier cosa: personas, eventualidades, situaciones, recuerdos, momentos vividos, circunstancias y un largo etcétera. Todo esto nos lleva a conocer firmemente los factores estresantes propios (individuales) y a su vez a saber cómo es la transformación de nuestra propia personalidad ante estos. Por ejemplo, es bien sabido que, una persona sensible ante un estímulo estresante se va a transformar en una persona más vulnerable teniendo una montaña rusa de emociones: estoy bien, ahora mal, ahora un pelín mejor, ahora ya mejor, ahora vuelvo a estar triste. Una persona tímida ante el factor estresante se bloquea, mientras que una persona que sea impulsiva será más agresiva, la persona que le da muchas vueltas a las cosas se transforma en una persona obsesiva entrando en pensamientos repetitivos. Una persona perfeccionista, empieza a estar insatisfecha en todos los aspectos de la vida, ya que, no hay nada que este a la altura de lo que quiere.
Por todo ello cuando te entiendes a ti mismo, desde la comprensión de tu cuerpo, de tu organismo, de tu mente, de tu personalidad, todo ello da como resultado que seas capaz de afrontar cada uno de los aspectos que consideras negativos o estresantes en tu propia vida.
Si echas un vistazo a la sociedad en la actualidad vamos súper ácidos, ¿no os dais cuenta que la gente va por la calle con cara de “estreñimiento”, con cara ácida, de pocos amigos?, todo esto es síntoma de que estamos súper intoxicados, es síntoma de que en nuestro organismo hay una inflamación orgánica constante debido a todos los subproductos bioquímicos que se están generando, ya sea por la mala alimentación (que es una realidad) y también por la falta de gestión emocional, que a su vez se genera un ciclo, vamos la pescadilla que se muerde la cola.
Por todo esto, y muchos de mis pacientes saben esto que voy a decir (otra cosa es que lo lleven a la práctica al 100%), es que suelo decir a los cuatro vientos y a grito pelado, que hay que BASARNOS EN LOS PILARES DE LA SALUD, uno de ellos es LA ALIMENTACIÓN adecuada y balanceada (que la comida sea tu alimento y el alimento, tu medicina. Ya lo decía Hipócrates en el SS V a.c. y después de 2500 años seguimos en las mismas) y no menos importante y esto también lo saben muchos de mis pacientes : EL SUEÑO, que tiene que ser de calidad, un sueño profundo y reparador, para que las células tomen los nutrientes necesarios de esa buena alimentación y pueda hacer los procesos necesarios de reparación, limpieza y restauración, tanto a nivel físico y por supuesto a nivel mental, recordemos que los procesos de aprendizaje y memoria se hacen en las últimas fases del sueño (está en el sistema límbico o cerebro reptiliano, en dónde también están nuestras emociones). Es en esta etapa del día, durante el sueño, donde nuestro sistema inmune se potencia revitalizándose, si no tenemos un sueño de calidad, profundo y reparador pues todo el día siguiente estamos embotados, de mal genio, apáticos, irascibles, vamos que nos sale un día de … ya sabes.
Otras de las herramientas claves es hacer ejercicio adaptada según nuestras condiciones, ya es muy bien sabido que el ejercicio normal, ojo el normal, nos ayuda a relajarnos y a reconducir ese exceso de energía que quizás podríamos tener, esto comandado por el cortisol (hormona del estrés), existen otras vías de escape que se pueden hacer en conjunción con el ejercicio como pueden ser la música y sobre todo una que me gusta mucho, lo cual practico es la meditación (recuerda que la meditación no es tener la mente en blanco, esto es imposible) pueden ser varios de estos tipos meditación en las respiraciones, meditación analítica, pero ojo con la vocecilla esa que tenemos en nuestro interior que muchas veces nos puede ayudar a ser productivo o, como suele ser en la mayoría de los casos, destructiva. Por eso identifica como te tratas a ti mismo, frase clave: se amoroso y compasivo consigo mismo; de hecho esto hará que lo seas con los demás (el amor y la compasión es una fortaleza que viene desde nuestro interior y no como solemos pensar que es una debilidad).
Ten cuidado con quien te rodeas, las personas de nuestro entorno (ya que somos entidades sociales) pueden llegar a ser potencialmente generadoras de estrés y alerta (aumentando así el cortisol en nuestro organismo).
Si continuamente estamos en estado de alerta, es decir estamos utilizando nuestro sistema nervioso simpático; este es el sistema que nos ayuda a salir adelante y a ser más productivos y eficaces, pero ojo, en intervalos temporales de tiempo es saludable, pero en tiempos constantes a lo largo del tiempo, se convierte en un factor primordial para la enfermedad, es decir, es el que ara el terreno propicio para que caigamos enfermos, muy enfermos tanto a nivel físico como emocional o ambas. Por eso, necesitamos aprender a intercambiarnos de un sistema nervioso a otro, del sistema nervioso simpático al parasimpático, este es el de la relajación, el gozo, del discernimiento, de la meditación, del de conectar con uno mismo y con los demás. Y esto lo debemos de hacer según necesidad y según nuestro propio autoconocimiento de todo lo comentado anteriormente. Así serás capaz de parar el mundanal carro y pensar en que es lo que quieres en esta vida, que sentido tienes lo que haces, para que lo haces, cuáles son tus objetivos.
Con todo ello somos capaces de recuperar el control de nuestras vidas, de nuestros pensamientos, de nuestra mente y por supuesto de nuestro cuerpo físico (se recupera el sistema inmune), recuperando así nuestras propias habilidades para poder hacer frente a todas las situaciones que se nos vengan en el día a día.
Mi invitación es que practiques estos pequeños tips o consejos de tal manera de que RECONECTEMOS CUERPO Y MENTE, ya que incluso la ciencia lo avala, es la única manera de ponernos en orden y poder retomar el control de nuestras vidas.